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André Rochais

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André Rochais, fundador de PRH, nació en 1921 en Francia en el seno de una familia humilde. Él se definía a sí mismo como un hombre corriente, nacido en un ambiente corriente, que ha escuchado sus intuiciones y ha sido fiel a su conciencia profunda a lo largo de su vida. Con esta fórmula André no pretendía dar una imagen de falsa modestia. Expresaba con ella su sencillez y también su asombro por todo lo que había surgido de un hombre corriente como él, como consecuencia de ser fiel a su conciencia profunda.  Algo que le caracterizaba justamente era una fe sin fisuras en el inmenso contenido de riquezas y potencialidades que habita en lo más profundo de toda persona. Alguien que lo conoció de cerca decía que junto a él nadie se sentía “pequeño”, todo el mundo era “grande”.

Era un humanista que tenía el deseo de mejorar la condición humana y que creía que el cambio social pasa por el cambio personal. Su gran pasión fue precisamente crear un método con el que cada persona pudiera

  • acceder a toda su belleza interior,
  • tomar conciencia de las fuerzas que la mueven,
  • y gestionarlas para desarrollar toda su humanidad en fidelidad a su conciencia.

Para ello se entregó a una investigación sistemática sobre el proceso de crecimiento de la persona, y creó un amplio conjunto de instrumentos de formación hasta desembocar en 1970 en la fundación de PRH (Personalidad y Relaciones Humanas). Este organismo de formación e investigación, que pronto se difundió por los cinco continentes, aglutina a los profesionales que imparten esta psicopedagogía del crecimiento y también a sus colaboradores y voluntarios.

Durante los años que siguieron desde la fundación de PRH hasta su muerte en 1990, André desplegó  con una gran creatividad sus capacidades como investigador, y también como pedagogo y divulgador de las riquezas de las Ciencias Humanas, que deseaba poner al servicio del crecimiento del hombre y la mujer corrientes.

¿Qué otros rasgos podemos destacar de su personalidad? Sin duda que se trataba de un hombre auténtico y libre. Nunca se dejó llevar por las apariencias, por el éxito o por modas, sabía ser él mismo. Este hombre libre y apasionado era también al mismo tiempo muy respetuoso con la libertad de los otros.  Su libertad interior, respeto, y audacia, impregnan toda su pedagogía, y continúan siendo una fuente de inspiración para los que participamos de su misma visión.

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